Corteva Agriscience fue presentada el pasado miércoles de manera oficial a los medios de comunicación del sector. Una empresa que nació el pasado febrero a raíz de la fusión en 2017 de dos de las multinacionales químicas más grandes del mundo: Dow Chemical Company y DuPont.
Aún hoy división agrícola de DowDuPont, verá su estructura como una compañía independiente dentro del grupo el 1 de junio de 2019, cuando se complete su escisión a partir de las ya existentes DuPont Pioneer, DuPont Crop Protection y Dow Agro Sciences.
Corteva, bajo la experiencia de más de 200 años de sus creadores, nace con vocación de líder, con el objetivo de atender los retos que presenta la agricultura actual y futura teniendo en cuenta tanto las necesidades de los agricultores como de los consumidores de una manera eficiente y sostenible, con el claro propósito de “enriquecer las vidas de los que producen y de los que consumen, asegurando el progreso para las generaciones venideras”. En el contexto de una población creciente donde las tierras fértiles son limitadas, con el agua como recurso escaso, donde las emisiones de los equipos agrícolas están cada vez más controladas, con una demanda creciente de productos “libres de…”, donde la trazabilidad, así como la salud y la seguridad cada día interesan más al consumidor y con una fuerte legislación que regula la utilización tanto de los productos fitosanitarios como de las semillas, “hay que hacer más con menos: los recursos son los que son, y las necesidades son mayores. Nunca la producción y el consumo han sido tan altos, por lo que para elevar la producción, la única solución es la tecnología y la productividad. Hay que innovar: no valen las soluciones de siempre para problemas futuros. Hay que traer nuevas soluciones a nuevas necesidades”, sentencia Manuel Melgarejo, director general de Corteva.
Se trata de una empresa de 14.000 millones de dólares a nivel global con dos principales áreas de negocio como son las semillas y la protección de cultivo, y una tercera dedicada a la agricultura digital, que da empleo a 22.000 trabajadores en 130 países, cuyo gran mercado es EEUU, aunque Europa juega un papel importante en su actividad, facturando en la región EMEA 2600 millones de dólares. De esta manera, Corteva ha aterrizado en España localizando su sede principal en La Rinconada, Sevilla, aprovechando el gran centro de investigación de Pioneer en la localidad sevillana, así como cuenta con un centro global de servicios y una planta de protección de cultivos en Asturias, con un total de 500 empleados, más de 50 materias activas registradas y productos para más de 40 cultivos, representando un 65% la protección de cultivos y un 35% las semillas su actividad en la península ibérica, lo que supone aproximadamente el 10% de lo facturado en Europa.
Con el agricultor como piedra angular de la actividad de la compañía, cuenta con un amplio abanico de productos que den servicio a las necesidades y problemas que encuentra el productor agrícola en su día a día en el campo a lo largo de toda la cadena de producción, desde las semillas hasta la cosecha. En lo referente a germoplasma, Corteva cuenta con variedades, modificaciones genéticas y nuevas tecnologías en la búsqueda de nuevo material de cultivos como la alfalfa, el arroz, la colza, inoculantes para silo, el sorgo, la soja, el trigo, el maíz o el girasol. Especialista en la obtención de nuevo germoplasma en estos dos últimos cultivos es el centro de investigación que tiene la compañía en La Rinconada, y que Alberto Ojembarrena, director de marketing de Corteva destaca como “un gran ejemplo en la consecución de variedades muy rápidamente. Es tan importante en cuanto a la rapidez de la obtención, que podemos tener preparadas ahora variedades que se comercializarán dentro de 15 años, de forma que vamos más rápido de lo que el Ministerio de Agricultura es capaz de registrar”. De esta forma, dentro del catálogo español de Corteva en lo referente a semillas, que continuará comercializándose con la marca Pioneer, cuentan con hasta 60 híbridos de maíz, 22 de girasol, ocho de colza, 11 de productos inoculantes y 6 de sorgo, entre otros cultivos. Ojembarrena explica que “el agricultor lo que quiere es producir, productividad, y hacerlo bien, con sostenibilidad. Por tanto, estamos intentando producir más por unidad de superficie, y para ello, contamos con muchas tecnologías nuevas, como el CRISP, o la mejora genética convencional”.
Del mismo modo, comenta que en cuanto a la protección de cultivos, cuentan con una gran cantidad de materias activas que dan lugar a formulados bajo la regulación más estricta del mundo, como es la europea, “de los que conocemos en qué cultivos van a funcionar, en qué dosis y con qué facilidad de manejo para los agricultores, con cero residuos. Una enorme cantidad de fungicidas para todos los cultivos, insecticidas, nematicidas y herbicidas, algunos de ellos específicos para la agricultura ecológica, intentando cubrir todas las posibilidades con productos procedentes de DuPont Crop Protection y Dow Agroscience”. Así, el catálogo de Corteva aglutina herbicidas para cereal, maíz, soja, arroz, árboles como el olivar o los cítricos, para viña, así como fungicidas, insecticidas, productos para el manejo de pastos y tierras, tecnología aplicada a la protección de las semillas, formulados para el manejo integrado de plagas, y productos específicos para céspedes y ornamentales.
Una tercera línea de negocio la conforman los productos y servicios que ofrece Corteva para la agricultura digital que, según Ojembarrena, “permite ver en tiempo real las condiciones del cultivo en cada parte de la parcela y atajar problemas en ellos de manera inmediata”. En España, Corteva cuenta con un proyecto en el que más de 500 agricultores reciben semanalmente informes de sus cultivos en base a imágenes de sus parcelas tomadas por satélites de observación de la Tierra, como el americano Landsat o el europeo Sentinel 2, escaneando y analizando 15.000 hectáreas de cultivo. De esta manera, la tecnología satelital europea, con una resolución de 100 píxels por hectárea y una frecuencia de paso de cinco días, gracias a sus sensores multiespectrales, con detectores de masa vegetativa, permiten capturar información relacionada con la cubierta del suelo y la vegetación. “Si se traduce esa información a los técnicos a través de una app, podrán ver lo que está pasando en una parcela en lo que podríamos llamar, en términos macro, tiempo real, y corregir problemas o dar predicciones de la evolución del cultivo en el mismo momento”. Además, el director de marketing de Corteva destaca el servicio agronómico de la compañía, que cuenta con más de 70 técnicos en toda España: “Nos importa mucho el contacto directo con el agricultor. Trabajando mano a mano con el agricultor, conocemos sus necesidades, por lo que podemos indicarle el mejor producto para ello dentro de nuestra oferta”, una oferta para problemas específicos que además cuenta con el respaldo de la empresa a nivel europeo.
La investigación, la clave de todo
En un contexto en el que cada vez las exigencias son más altas, y con ellas el coste y el riesgo que conlleva la inversión, el número de empresas con capacidad de llevar a cabo grandes proyectos de investigación, desarrollo, registro y comercialización de productos es cada vez menor. Sin embargo, Corteva se encuentra entre las seis más potentes del mundo en este sentido, ya que cuenta con 58 materias activas registradas en 1980, 6 materias activas presentadas para su registro, y 13 en fase de investigación o desarrollo inicial, y es que, como indica el director general de la compañía, “para poder ser un líder en la industria, tenemos que tener lo que el agricultor necesita: herbicidas, fungicidas, insecticidas, nutricionales…”. No obstante, aclara que en España el proceso de registro es lento, por lo que para desarrollar un nuevo compuesto químico se requieren 10-12 años y 256 millones de dólares de inversión, así como una media de 13 años y 136 millones de dólares para conseguir una nueva característica o la suma de éstas. Sin embargo, destaca que la acumulación de retrasos, ha llevado a Corteva en los últimos dos meses al registro de 20 productos con nuevos modos de acción que harán posible “crear el futuro de la agricultura”, como se ha propuesto la nueva empresa agrícola del grupo DowDuPont.
Parte de la investigación que lleva a cabo Corteva a nivel mundial, se concentra en el centro de investigación con que cuenta la compañía en La Rinconada, del cual es responsable Alfredo Mateos y que, con más de 40 hectáreas dedicadas a la obtención y caracterización de nuevas variedades de maíz y girasol, se trata del mayor centro de investigación sobre el girasol del mundo, así como el mayor centro de investigación en semillas de Corteva en Europa. Unas instalaciones con 10 hectáreas de invernaderos y 1500 m2 de laboratorios en las que se realiza el rescate de embriones (necesarios para acelerar todos los procesos de mejora que se realizan en el centro), a los que se les extrae ADN para analizar marcadores moleculares y seleccionar aquellos que tengan las características que son de interés, así como se realiza una evaluación de enfermedades para identificar nuevos genes que proporcionen resistencias a nuevas razas de hongos o de plantas parásitas, como el jopo en el girasol. Además, Corteva cuenta con 40 hectáreas, fuera del centro, dedicadas a la evaluación de los cultivos en condiciones reales.
Gracias a los equipos técnicos y humanos del centro, donde trabajan 19 profesionales, 7 de ellos doctorados, y más de 50 empleados eventuales, Corteva es capaz de generar cuatro generaciones de parentales de híbridos al año en invernadero, lo que contrasta con las dos como máximo que son habituales en campo, y que permite la aceleración de los procesos de obtención, el aumento de la variabilidad genética y el incremento de la precisión basándose en marcadores moleculares en una primera fase de desarrollo, para posteriormente evaluar los híbridos resultantes en condiciones reales en campo. El mismo proceso se realiza para la adición de nuevas características a las variedades ya comerciales, generándoles mayor valor añadido.
Otra de las actividades que se realizan en la sede de Corteva en La Rinconada es la caracterización de precisión para la tolerancia a enfermedades del girasol, a través de su laboratorio de patología, para identificar los genes que proporcionan dichas tolerancias y su utilización para caracterizar variedades ya existentes, aumentando la intensidad y la precisión de selección. También de esta manera, identifican variedades de maíz tolerantes al estrés hídrico, evaluando en una superficie de 18 hectáreas, dentro de un ambiente de estrés hídrico controlado, más de 3000 variedades de maíz al año.
Todas las variedades que se obtienen en el centro han de ser evaluadas en condiciones reales con el agricultor en las diferentes zonas de cultivo, con una red de ensayos por toda España y Portugal, con 25.000 microparcelas dedicadas a maíz repartidas en 22 localidades de ensayo, con 3.000 híbridos evaluados en distintas zonas, y 14 localidades de ensayo de girasol. La evaluación de estos ensayos se realiza mediante el uso de drones, que proporcionen datos precisos sobre el estado de los cultivos.
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